Nuestro especial de Lo Mejor de 2012 nos permitió probar algunos de los deportivos más excitantes del mundo, pero dentro de los participantes, se encontraban dos gemas muy especiales, los exponentes más extremos de los nuevos Muscle Cars, el Chevrolet Camaro ZL1 y el Ford Mustang Shelby GT500 (en su versión convertible). Por eso no aprovechar la oportunidad de ponerlos frente a frente hubiera sido poco más que un pecado mortal.
Ambos ejemplares se ciñen a la tradición de los Muscle Cars norteamericanos, basados en vehículos relativamente accesibles, potentísimos motores de ocho cilindros, transmisión manual y tracción trasera; ofrecen una relación potencia–precio difícil de igualar para deportivos europeos o asiáticos. Si bien es cierto, ambos modelos son en estricto sentido muy similares, hay un par de detalles que los hacen bastante diferentes al momento de conducirlos.
El Camaro
De un lado tenemos el Chevrolet Camaro ZL1, empleando el motor de ocho cilindros en V denominado LSA (desarrollado para el exótico y brutal Corvette ZR1), con 6.2L y compresor, que entrega -en este caso- 580 CV y 793 Nm de torque, acoplado a una transmisión manual de 6 velocidades. El ZL1 además ofrece la avanzada suspensión auto adaptativa Magnetic Ride Control (Tecnología desarrollada por Delphi para el Corvette y que también utilizan otras marcas como Audi) que puede ajustarse hasta 1.000 veces por segundo, por lo que con solo apretar un botón puede ser suave (dentro de los límites que un Camaro de este tipo permite) o súper rígida como para manejo en pista, adicionalmente este exponente tiene una geometría de suspensión independiente multibrazo atrás y ofrece un embrague firme, pero bastante utilizable en el tráfico citadino.
El Shelby
En la otra esquina tenemos al Ford Shelby GT500 con el V8 de producción más potente del mundo, un bloque de 5.8 litros que también recurre a un inmenso compresor para entregar la friolera de 662 CV y 855 Nm de torque que también envía la potencia al eje posterior vía una transmisión manual de seis velocidades. El Shelby se ha quedado en el concepto más purista de este tipo de vehículos, por lo que sigue utilizando suspensión de eje rígido atrás y una transmisión prácticamente de competición, con un pedal de embrague durísimo y rápido, así como una palanca de tiros imprecisos y funcionamiento muy mecánico.
En la pista
Una vez que llevamos estos ejemplares al límite nos damos cuenta del enfoque tan distinto que tienen, ambos son muy rápidos, briosos, de un rugido excepcional que eriza la piel, con tendencia al subviraje y torque a raudales.
Sin embargo el Camaro ZL1 se muestra más noble y predecible, mucho más neutral, permite dosificar bien el torque para aprovecharlo al máximo, aunque no deja de ser un Muscle Car, es más civilizado que su contraparte de Ford. El Shelby GT500 es totalmente visceral, es brutal en todo momento, los controles de tracción y estabilidad con muchísima frecuencia se enfrascan en sendas batallas para controlar el torque, muchas de esas batallas se pierden y el auto puede perder la compostura con mucha facilidad. La transmisión de accionamiento áspero es un reto y a decir verdad es como si estuviéramos peleando con el auto para exprimir su máximo potencial, es en toda la extensión de la palabra un potro indomable que siempre está intentando tirar a su jinete.
Es menester mencionar que el Shelby es una criatura demasiado radical y los convertibles de por sí son vehículos menos rígidos que sus contrapartes cerrados, la pérdida de rigidez se nota y bajo ciertas circunstancias se perciben vibraciones que en el coupé no están presentes.
Conclusión
Al final del día, el Camaro ZL1 y el Shelby GT500 están muy cerca en tiempos de pista y sí, el Shelby puede ser ligeramente (algunas décimas) más rápido, aunque se necesitan bastantes manos para domarlo. El Chevrolet resultó ser un extraordinario deportivo que además, gracias a la suspensión adaptativa, es bastante civilizado e incluso adecuado para uso diario, por ningún motivo hay que creer que no es un deportivo muy serio. Sin embargo, el Ford es un auto de sensaciones intensas, crudo y brutal, es agotador manejarlo en situaciones de tránsito intenso y como habíamos mencionado, exprimir su potencial demanda mucho valor y precisión.
El Shelby GT500 es el ganador de esta comparativa pese a no ser mejor auto que el Camaro ZL1, incluso el segundo es un producto más balanceado y que conjuga mejor la deportividad con la posibilidad de uso diario, el asunto aquí es que el Ford es un vehículo que se apega más a la tradición de los Muscle Cars, el nombre Shelby tiene mucha más tradición y es mejor juguete por donde se le juzgue, razones suficientes para decantar nuestra decisión en favor del Ford Mustang Shelby GT500.