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5 típicos errores que se cometen al manejar con niebla

Te decimos lo que NO debés hacer.

5 típicos errores que se cometen al manejar con niebla

En los caminos argentinos es muy frecuente encontrarse con este fenómeno, sea en ciudad, montaña o llanura. Esta inclemencia meteorológica es culpable de varios accidentes y la principal razón es el factor humano. Por esto, con el objetivo de ampliar tu capacidad de manejo, a continuación te decimos las cinco cosas que NO debés hacer al manejar con niebla.

 

1. Utilizar las luces altas y las balizas

Al momento de entrar en la niebla es muy común y natural encender las luces. Esto es con el propósito de aumentar las posibilidades que otros vehículos te vean. No obstante, existe un error que ciertos conductores hacen y es accionar las luces altas, pensando que con ello van a ver mejor el camino, cuando en realidad es todo lo contrario.

Al tener puestas las luces altas se disminuye la visibilidad, dado que la niebla refleja el haz de luz y regresa a tus ojos, haciendo más complicado mirar lo que tenés enfrente. Pensá en lo difícil que es ver cuando la luminosidad del sol destella en el auto que tenés adelante, lo que hacés es mover tu mirada hacia otro lado, poner una mano para protegerte o mover tu cabeza para evitarlo. Bueno, lo mismo sucede con la niebla al tener los faros a su máxima potencia.

Si el auto posee un rompenieblas posterior utilizalo en lugar de encender las balizas ya que estas se utilizan para indicar que el vehículo está completamente detenido. Si no posees esta luz de alta intensidad para marcar la ubicación de tu vehículo y la niebla es muy espesa, entonces lo mejor será buscar un área de detención alejada de la ruta y y recién allí, con el auto frenado, encender los destelladores de emergencia.

 

2. Mantener tu velocidad o acelerar

Al momento de manejar muchos conductores van a una velocidad alta y cuando entran en la niebla, no reducen su velocidad, sino que aceleran con el propósito de pasarla lo antes posible. Muchos lo hacen porque piensan que ya conocen el camino como la palma de su mano, pero literalmente con niebla es muy difícil mirar lo que se te ponga enfrente.

Lo mejor al entrar en la niebla es reducir la velocidad. Estando en la niebla es muy difícil medir cuán rápido vas, al estar dentro de ella se genera una ilusión visual que te hace sentir que vas lento cuando en realidad vas rápido. Sin puntos de referencia como edificios, árboles u otros objetos, es muy complicado saber tu velocidad de manera intuitiva. Lo mejor es revisar tu velocímetro y confiar en él estando dentro de la niebla.

Otro error común es cuando la niebla aparece de repente es pisar el pedal del freno a fondo. Aquí lo mejor es desacelerar paulatinamente y usar los frenos sólo si es realmente necesario. Aplicarlos a fondo será un movimiento inesperado para los autos que tenés atrás y podrías causar que ellos hagan lo mismo. Esta es la causa de muchos choques en cadena. Tampoco hay que detenerse por completo, ya que, debido a la poca visibilidad aumenta las posibilidades de ser embestidos. En este caso es recomendable buscar una banquina amplia y detenerse lo más alejado de la cinta asfáltica con las balizas encendidas.

 

3. Subir la radio

Al estar dentro de la niebla tienes que manejar lento, no podés ver muy bien y hace que tu viaje sea aburrido. Así que muchos conductores suben el volumen del del estéreo con el propósito de hacer la estancia dentro de la unidad mucho más agradable. Sin embargo, esto no es lo más recomendable y te hace pensar ¿Qué relación tiene la niebla con la radio?

Bueno, al no subir el volumen de la radio y bajar tus ventanillas un poco dentro de una niebla densa, te permitirá escuchar el tránsito que hay a tu alrededor, incluso si no lo podés ver. El auto que está una distancia de seis metros en frente tuyo – el que no puedes ver- podrás escucharlo y aunque no lo creas, esto realmente ayuda.

Si no bajas tus ventanillas en la niebla, estás manejando sin una referencia visual o auditiva.

 

4. Mantenerse cerca de los vehículos a tu alrededor

Muchos conductores cuando van dentro de la niebla y ven un auto delante de ellos, piensan que ir detrás él, casi pegado, es lo mejor. Este es otro error fatal al manejar dentro de la niebla.

La gente tiende a conducir muy cerca de otro auto en la niebla porque les permite tener un punto de referencia visual. Pero ¿Qué pasaría sí el vehículo frena de repente o hace un movimiento del cual luego se arrepienta queriendo regresar a su posición original? Seguramente podrías impactarlo y por ende pasar un mal rato. Cuando manejamos siempre debemos mantener nuestra distancia y esto es aún más importante cuando se conduce en la niebla.

Mantener distancia reduce notablemente tus posibilidades de tener un accidente y con ello tenés más tiempo de reaccionar. Se recomienda conservar una distancia de al menos tres líneas blancas divisorias de carril entre tu auto y el vehículo de enfrente. Así que guardá tu distancia, incluso si sentís que estás manejando sólo en la ruta.

 

5. Conducir como si fuera un día soleado

Estamos habituados a muchas cosas mientras manejamos en un día soleado con mucha visibilidad. Por ejemplo ya conocemos a la perfección cierta ruta o ciudad, por lo que no nos preocupamos por la ubicación de semáforos, baches, escuelas, etc. Asimismo vamos pisando el acelerador, nos distraemos viendo el celular o escuchamos música a volumen alto.

Conducir en la niebla es completamente distinto, aquí tu atención debe ser completa y sin distracciones, con todos tus sentidos alerta. Aquí es vital hacer todo lo contrario a lo antes mencionado para poder evitar un accidente o incluso salvar tu vida. Debés manejar de  manera defensiva todo el tiempo, previendo tus movimientos y observando –escuchando- todo lo que se pueda a tu alrededor.

En la niebla evitá cambiar de carril o sobrepasar a otro vehículo al menos que sea realmente necesario. Tenés que asumir siempre que cualquier movimiento inesperado o sorpresivo bajo la niebla, puede generar una reacción en cadena con los autos que están a tu alrededor lo que podría convertirse en un serio problema.

 

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